Me anticipo unas horas y le pido a Papá Noel un domingo tranquilo. Papá Noel no existe. O es turbiamente cruel. Suena el timbre. Son las 08:09 de la mañana. Sé perfectamente que, a esta hora, sólo pueden ser Petro y Lera, mis vecinos libertarios. Lo que no puedo imaginar es lo que está a punto de suceder(me). Creyéndome muy listo, rumbo a la entrada finjo un par de aparatosos bostezos con la vana esperanza de generar algo parecido a la prudencia o siquiera a la culpa en la pareja… Apenas acciono el picaporte de la puerta, una gigantesca bola de pelos se me viene encima, me derrumba y empieza a chuparme la cara. Es un perro gigante. Petro y Lera ríen a carcajadas y, aprovechando que la puerta ha saltado de sus goznes, entran a casa como si tal cosa.
ELLOS (EXTASIADOS): ¿No es divinooo? ¡Mirá como te quiere, vecino! Un sol. Justo lo que vos necesitabas: un perro.
YO (DESDE EL PISO, TODO BABOSEADO, CON EL MONSTRUO ENCIMA)No, no… no me gustan los perros.
ELLOS: ¡¿Cómo que no te gustan los perros?! ¡¿Sos comunista?! ¡¿Sos gay?! ¡¿Sos mapuche?!
YO (AÚN EN EL PISO, EL ALIENTO DE LA BESTIA ME DA ARCADAS): No, no, soy alérgico… Y les tengo miedo, terror, pánico. Y me dan muchísimo asco. Creo, me parece, sí, perdón: voy a vomitar.
Como estoy acostado, vomito un poco sobre mi propia ropa y otro tanto sobre el piso. El perro deja de lamerme y empieza a comer, con ansias, lo que hasta hace un momento era todo mi contenido gástrico. Aprovecho su distracción para levantarme y, muerto de repugnancia, me arranco la ropa. Petro y Leda no paran de reír mientras me cubro como puedo las partes pudendas (tampoco hay tanto para ocultar). Después de mandarse a bodega mi vómito, el perro desgarra y se traga mi ropa.
ELLOS: ¡Ves, es divino, ya te limpió toooodo! Los mastines ingleses son así, inteligentísimos. Y guardianes, muy guardianes, terribles. Él puede arrancarte la garganta de una mordida. Además Nanoc (él se llama Nanoc) no es cualquier mastín, es un clon de Conan, el perro del Javo. Es nuestro regalo de Navidad para vos. ¡Felicidades!
YO (DESNUDO, EVITANDO MOVER LAS MANOS): Gra.., muchas gra…cias, vecinos, no sé qué decir. Muy amables por haber pensado en mí, pero… yo… no… no puedo aceptarlo.
ELLOS: ¡¿Cómo que no podés aceptarlo?! Los regalos no se devuelven. Aparte nosotros, en dos horas, nos estamos yendo de viaje. Crucero, islas Seychelles, cuatro semanas, todo incluido menos un perro. Así que… tema cerrado: ¡te quedás con Nanoc!
YO: Esperen, esperen. Nunca tuve un perro, no sé cómo cuidarlo.
ELLOS: Él te va a cuidar a vos. Eso sí, pesa 100 kilos, dale únicamente balanceado Pro Quality, la bolsa grande está a 75 lucas.
YO: Gano 330 mil pesos…
ELLOS: ¡¿Por día?! No está mal…
YO: Por mes…
ELLOS: Bueno, pero con el aguinaldo podés comprar dos bolsas.
YO: El diario no paga aguinaldo…
Sin más protocolo, Petro y Lera salen rumbo al aeropuerto y me dejan con Nanoc. Medio baboseado y recién vomitado, entro corriendo al baño, me meto en la ducha y, cuando ya estoy todo enjabonado, la bestia derriba la puerta y se lanza hacia mí. Me encomiendo a dios, morir así ha de ser horrible. Pero no, Nanoc no me devora, sino que bebe el agua que cae desde el duchador mientras me mira con el rabillo del ojo. Con una mano me cubro la entrepierna, con otra la garganta, al tiempo que retrocedo, muy lentamente, hacia la puerta. O lo que era la puerta porque el mastín la ha destruido. Dudo entre llamar a un cerrajero o a un exorcista. Llamo a los bomberos. Cuando empiezo a explicarles la situación, creen que es una joda y me cortan… Algo de razón tienen, esto es una joda, una joda horrible. Queda llamar a la policía, pero la experiencia me dice que su presencia puede empeorar las cosas. Si es que eso fuera posible.
Nanoc ha saciado su sed y sale del baño. Me mira. Corro hacia la cocina, desnudo, y me encierro. La ducha ha quedado abierta, la cortina de baño ha tapado el desagüe y el agua jabonosa llega hasta cada rincón de la casa. Abro la heladera para tirarle algo de comer al monstruo, pero estoy en patas, sobre el piso empapado: recibo una descarga fabulosa. Saltan los tapones y es la hora del vermouth, Nanoc entra a la cocina y se sirve directamente de la heladera. Aprovecho la oportunidad para huir hacia el patio. Tengo poco más que unos instantes de ventaja. La heladera de un periodista suele ser tan yerma como un paisaje lunar. Nanoc devora lo poco que encuentra y viene nuevamente hacia mí. Trepo al techo por la escalera de pintor (la otra changa con la que sobrevivo). Sé que el mastín inglés es inteligente y va a seguirme, de modo que empujo la escalera y quedo a salvo. Desnudo, enjabonado y sobre el techo de casa, pero a salvo. Porque no sé si Nanoc es tan inteligente como el padre de Conan, pero aparentemente tiene bastante de su crueldad. Si sobrevivo, y con un poco de suerte, en la noche del 24 veré a Papá Noel surcar el cielo neuquino, con renos y todo. Jo jo jo jo.
FUENTE: Minuto Neuquen