El último apague la luz. Como en una mancha venenosa, los hermanos Macana son abandonados a toda velocidad. Y no es para menos: todo huele mal alrededor de ellos y la maquinaria del morbo se ha puesto en funcionamiento. El Poder Judicial tiene sus tiempos, pero los de la política, esta vez, han sido fulminantes. Ahora bien, el escándalo y eventual escarmiento de un turbio funcionario brinda una oportunidad (acaso única) de analizar qué sucede alrededor de la Casa de las Leyes. Con ese propósito, conversamos con Cecilia Guerrero, funcionaria de ese organismo, cuyo compromiso con la cultura es ampliamente reconocido y trasciende las mezquindades de cualquier gestión.
Desde hace años trabajás en la Casa de las Leyes, ¿Qué importancia tiene ese organismo público?: «Como institución, la Casa de las Leyes representa el espacio fundacional de la democracia neuquina. Por eso mismo, en los últimos años se ha trabajado muchísimo en poner en valor el complejo. Ese edificio cuenta una historia, que es la nuestra. La Casa de las Leyes forma parte de nuestra identidad, como hogar de la historia y cultura neuquina. Eso ha permitido que el lugar se llene de pibes de las escuelas, cientos de nenes de escuelas primarias, de escuelas del interior de la provincia, de escuelas secundarias. A la vez, es el espacio destinado a recibir y mostrar a los y las referentes de nuestra cultura. Es, sin dudas, un lugar histórico, como Casa de la democracia en nuestra provincia», afirma Guerrero.
«Por todo esto, desde el punto de vista institucional, lo que ha sucedido con Ruiz y compañía resulta terrible. Como lo he planteado públicamente, esto es algo que, desde adentro, empezábamos a ver venir, aunque quizás no de esta forma tan burda. La justicia deberá investigar. No estoy acusando a nadie, pero realmente fue muy impactante tener a la policía en la puerta de nuestro lugar de trabajo. Con la nueva gestión hubo un abandono de los programas culturales que se venían ejecutando, programas que tenían que la planta permanente del organismo había asumido con compromiso y los llevaba adelante. Porque, independientemente de los nombres de las gestiones o quienes las encare, cuando las políticas culturales son correctas, hay que sostenerlas. Y nuestra provincia ha tenido políticas públicas que merecen continuidad, existe un compromiso de parte de todo el personal para que así sea. Hablo de programas con un impacto directo en la vida cultural de nuestra comunidad», asegura la reciente ganadora del Concurso de crónicas de la Patagonia.
¿Qué pasa hoy con esos programas?: «Ahora, en el nuevo contexto político, pareciera que ha dejado de ser importante el trabajo artístico. Lo que nunca pensamos que íbamos a perder, lo perdemos y hay una pasividad enorme. En Neuquén se ejecutaron políticas que implicaron trabajo para cientos de músicos, para cientos de artistas de la plástica, cientos de trabajadores y trabajadoras de la cultura. Hoy, resulta muy triste ver como todo eso se cae, se abandona y desestima. Porque no solamente se cae en términos económicos, sino que se cae en términos de respeto, cuidado, valoración, atención. La cultura también es trabajo, es un tejido que a construir, a sostener. Ahora se le pide a los artistas que trabajen ad honorem, se organiza un festival folclórico y no se le paga ningún artista, y todo esto sucede en un lugar que debería ser justamente un espacio de respeto para los y las artistas de la provincia, donde poner en valor la producción cultural neuquina, es un enorme despropósito. Y esto es lo que desde adentro ya advertíamos», expresa Guerrero.
«Ni hablar de los tiempos administrativos que eran bochornosos, ni hablar que el coordinador (el señor Pablo Ruiz) no estaba nunca en su lugar de trabajo. Y todo esto ha sucedido sin el más mínimo diálogo con el personal de la Casa de las Leyes. Entonces, el escándalo de la semana pasada es, ni más ni menos, el corolario de una situación que va más allá del manejo aparentemente opaco de los recursos públicos. Hablamos de una gestión que, en base al discurso de la austeridad, se lleva por delante políticas culturales que merecen ser sostenidas. Una gestión de gobierno que abandona el mantenimiento de un edificio histórico más que emblemático de nuestra identidad. La Casa de las Leyes no es de esta ni de aquella gestión, ni de quienes allí trabajamos, es patrimonio de Neuquén, es decir, es de los neuquinos y neuquinas. Como sociedad tenemos derecho a exigir que se proteja ese patrimonio. Es horrible que nos acostumbremos a algo semejante».
¿Qué conclusión sacás en medio de este escándalo?: «Aunque la política sea una arena turbia, no podemos, no debemos, acostumbremos ni a los hechos de corrupción, ni tampoco al abandono de conquistas por las que se ha trabajado tanto. Porque la Casa de las Leyes ha sido faro en la gestión cultural, y resulta mezquino y necio tirar todo eso por la borda. Por eso las acusaciones sobre el hermano de la vicegobernadora no pueden agotarse en la disputa política coyuntural. Además de terminar con todo accionar no ético, resulta imprescindible proteger la cultura del Neuquén», concluye.
FUENTE: Minuto Neuquen